• En México la trata de personas es el
segundo negocio ilícito más redituable para la delincuencia organizada
Con el objetivo de sensibilizar y
concientizar a la población de Chimalhuacán sobre la trata de personas, el
Consejo Municipal de la Mujer, ejecutó la puesta en escena de la obra Alas
abiertas en el Teatro Humberto Vidal, misma que fue escrita por una víctima de
este delito, Karla de la Cuesta.
Más de 300 jóvenes y adultos presenciaron la
representación de las tres formas en las que los opresores atraen a sus
víctimas: enamoramiento, chantaje y engañó. Además, para acompañar la
dramatización, Karla de la Cuesta explicó la forma en que las víctimas pasan
por este proceso sin notarlo.
"Muchas personas en este momento están
siendo víctimas de trata de personas y no logran darse cuenta porque están
enamoradas de sus opresores, o bien, les hacen creer que tienen una deuda
interminable con ellos. El daño que los agresores les hacen no sólo es físico
sino también psicológico, ya que saben jugar muy bien con su mente para
manipularlas" mencionó De la Cuesta.
Indicó que en México la trata de personas es
el segundo negocio ilícito más redituable para la delincuencia organizada con
doce millones de víctimas documentadas, por debajo del narcotráfico y encima
del contrabando de armas, según datos de la Comisión Nacional de Derechos
Humanos (CNDH). Agregó que su práctica tiene por lo menos tres fines: tráfico
de órganos, explotación sexual y esclavitud.
La productora mencionó que una de cada cien
víctimas logra escapar de su opresor y expusó el caso de Honduri quien sufrió
de esclavitud, agresión física y mental, privación de su libertad y engaño.
"Tengo 24 años y desde los 18 fui
víctima de esclavitud. Mi agresora me dio el cariño que no encontré en mi casa
y me trató como una hija, por lo que me fui a vivir con ella. Tres meses
después empezó a pedirme que le ayudará en la casa, creí que era normal ya que
me acogió, comencé a trabajar con ella en su negocio, planchando hasta que
llegó un punto en el cual desarrugaba más de ocho kilos de ropa diarios.
“La situación comenzó a cambiar y me amarró
una cadena en el cuello y en mi cintura sin poder respirar, me golpeaba incansablemente,
incluso tenía que pedir permiso para ir al baño. Un día al regresar del
sanitario ella no amarró bien la cadena y fue como logré escapar.
“Cuando recibí atención médica, contaron más
de 600 cicatrices en el cuerpo. Mi agresora y su familia hoy en día están
encerrados en el reclusorio y yo recuperé mi libertad. Ahora cuento mi historia
para concientizar a las personas y evitar que caigan en manos de este tipo de
delincuentes" señaló Honduri.
No hay comentarios:
Publicar un comentario