Biol. Jesús Tolentino Román Bojórquez
Dirigente del Movimiento Antorchista en el
Estado de México
Sin duda, la cualidad que más peso tuvo en la
opinión pública nacional (más que su juventud y carisma) para que el actual
jefe del ejecutivo nacional ganara la elección presidencial, fue que durante su
gestión como gobernador del Estado de México logró fama pública, que fue
permeando en el país entero, en el sentido de que se trataba de un político
innovador, que emergió y creció para romper paradigmas, particularmente para
sacudirse el añejo estigma que arrastraba el viejo PRI y que en tan sólo 12
años decepcionó al electorado durante los gobiernos del PAN: me refiero al
consabido consenso popular de que los políticos prometen el oro y el moro al
pueblo, en tanto son candidatos y, después, cuando ya consiguen el anhelado
puesto, simplemente ya no le cumplen a sus electores. Aquel lema de “te lo
firmo y te lo cumplo”, que fue el slogan de campaña del licenciado Enrique Peña
Nieto, captó primero la atención del cansado y desconfiado elector y, después,
cuando ya era gobernador en funciones, el hoy presidente de la República tuvo
el tino de aplicarse puntualmente a los 607 compromisos que firmó ante notario
público y fue cumpliéndolos y cantándolos mediáticamente uno a uno hasta
realizarlos todos sin excepción. De este modo, los seis años que fungió como
gobernador, se convirtieron en la precampaña que preparó el triunfo inobjetable
en las elecciones presidenciables del año 2012. La popularidad del hoy ungido
era tan grande, que se llegó a manejar la existencia de “el efecto Peña Nieto”
y se recomendó a todos los candidatos priistas de aquella época (a
gobernadores, senadores, diputados federales y locales, así como alcaldes), que
se “colgaran” de la buena imagen del candidato presidencial. Y así fue, la
elección fue todo un éxito si consideramos que en la contienda inmediata
anterior, Roberto Madrazo Pintado ocupó un lejano tercer lugar y Peña Nieto
sacó más de tres millones de votos de ventaja a su más inmediato competidor,
Andrés Manuel López Obrador, lo cual permitió una toma de posesión
relativamente tersa en comparación con las fuertes tensiones que pasó Felipe
Calderón Hinojosa.
Una situación, casi diametralmente opuesta,
se presentó apenas tres años después con motivo de las elecciones intermedias
del año 2015. En efecto, como resultado de las calificaciones recurrentemente
reprobatorias de la gestión presidencial, se recomendó a los candidatos del
tricolor no invocar en sus campañas la figura del primer magistrado de la
nación, so pena que de hacerlo recibirían un impacto a la baja. Y las causas de
esta desconfianza e incredulidad en la figura presidencial están a la vista.
Primero, la economía: 1) en materia de empleo, hoy la situación es muy parecida
a la del año 2012, pues la desocupación abierta alcanza el 4.8% de la población
Económicamente Activa (PEA), algo así como 2 millones 350 mil mexicanos, es
decir, se han generado unas 350 mil plazas laborales más. Pero hay algo más
grave: apenas antier, el diario La Jornada consignó que el empleo informal (o
sea, el desempleo disfrazado) afecta al 60% de la PEA (¡a 31.5 millones de
mexicanos!) y por tanto, no se nota ninguna mejoría respecto al arranque del
sexenio; 2) sobre los salarios, la expectativa de mejora también se ha
esfumado, puesto que los 350 mil nuevos empleos generados son de mala calidad,
es decir, el salario que se paga por ellos es de dos salarios mínimos (140
pesos al día), o menos; en ese sentido resulta hasta desatinado que los
funcionarios federales festinen que ya se homologó el salario a nivel de todo
el país, que ya por fin existe una salario mínimo único… ¡pero de miserables 70
pesos!, que no alcanzan para nada; 3) sobre el gasto social de los tres niveles
de gobierno (municipal, estatal y federal), en este rubro, Antorcha puede
hablar con sobrado conocimiento de causa, puesto que mucho de nuestro quehacer
diario se enfoca a enarbolar las demandas más sentidas de la población
marginada de la ciudad y del campo, ¿y, cuál es nuestra experiencia?. Que
continúa prácticamente inamovible la política insensible y soberbia de todos
los gobernantes, a los tres niveles y sin importar siglas partidarias; incluso,
se percibe un acentuado autoritarismo especialmente entre los gobernantes del
PRI que miran en el retorno del tricolor a Los Pinos, que el pueblo estaba
equivocado cuando votó en su contra en el año 2000 y que el futuro les depara
por lo menos otros 80 años ininterrumpidos en el poder de la nación; así lo
miramos con varios gobernadores, por ejemplo, de Quintana Roo, Campeche,
Jalisco, Nayarit, Hidalgo, Chihuahua, Michoacán y Tamaulipas; también con
varios alcaldes priistas del Estado de México (Los Reyes La Paz, Chicoloapan,
San Felipe del Progreso, casi todos los del Valle de Toluca) y, lo que es peor
aún, así lo vemos con el mismísimo gobierno de la República que, sin exagerar,
ha superado con creces al anterior gobierno panista en sus maniobras para
prometer soluciones e incumplirlas olímpicamente, lo cual se refleja en los esfuerzos de la
única arma defensiva que nos queda a los antorchistas: la realización de cuatro
megamarchas (con 50 mil, 100 mil, 150 mil y 100 mil compañeros, y vemos
inminente otra de 100 mil para noviembre próximo) en este año 2015, esfuerzo
que no tiene antecedente en la ya larga vida de la organización; 4) referente
al pago de impuestos, no se nota tampoco un cambio en favor de las clases
trabajadoras, quienes pagan vía el IVA y el descuento que le hacen a su salario
del Impuesto Sobre la Renta, el 70% del total del dinero que recauda el
gobierno, en tanto que el 30% que proviene de las exportaciones del petróleo, y
los ricos… tan campantes como siempre, nadie les toca un pelo.
En síntesis, la esperanza de una mejor
distribución de la riqueza en el país, en estos tres años, brilla por su
ausencia. El modelo económico en vigor sigue favoreciendo al 1% más rico de la
población que recibe tanta riqueza como el 99% restante de los trabajadores. Y
las consecuencias están a la vista, pues
ahora se admite, oficialmente, que en el actual sexenio se han acumulado dos
millones de pobres más y se anuncia que el año 2016 será peor, en virtud de la
drástica baja de los precios internacionales del petróleo. Total, que a los
trabajadores, a los únicos verdaderos productores de la riqueza, nunca les va
bien, su calidad de vida oscila siempre entre mala y peor, tanto es así, que el
propio Secretario del Trabajo admitió hace unos meses que la pérdida del poder
adquisitivo del salario en los últimos 30 años fue del ¡74%!. Por falta de
espacio no puedo incluir algunas causales políticas que han deteriorado
gravemente la credibilidad en el gobierno, por tanto, en mi próxima colaboración
me referiré a algunas de ellas.
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